La constante presión a la que estamos sometidos los estudiantes.
En la vida de los adolescentes, el instituto es un lugar de referencia. Es donde pasamos gran parte de nuestro día, conocemos a nuestros amigos y aprendemos las habilidades que, según nos dicen, nos prepararán para el futuro. Pero también es un espacio que puede convertirse en una fuente de presión constante. Entre los exámenes, los trabajos, las expectativas de los padres y las comparaciones con los compañeros, hacen que muchos estudiantes sientan que el peso de los estudios es demasiado para soportar. Sin embargo, ¿es posible transformar esa presión en algo positivo?
¿Qué es la presión académica?
La presión académica es la tensión o el estrés que sentimos cuando nos enfrentamos a la exigencia de los estudios. Como por ejemplo: las calificaciones que necesitamos para aprobar, los comentarios de los profesores, el deseo de no decepcionar a nuestros padres o incluso nuestras propias expectativas. Además, también puede verse intensificada por factores como la competencia con los compañeros o la idea de que nuestro futuro depende de cada examen que hacemos.
Un estudiante de segundo de bachillerato, por ejemplo, podría sentirse presionado al pensar en los exámenes finales( la PAU), que determinarán si puede estudiar lo que quiere en el futuro. También puede experimentar tensión por mantener un equilibrio entre los estudios, las actividades extracurriculares y el tiempo con amigos y familia.
Los efectos de la presión académica
Cuando esta presión se incrementa, puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. Algunos de los problemas más comunes que afectan a nuestro rendimiento escolar son:
-Estrés y ansiedad: El miedo a fallar puede llevarnos a sentirnos constantemente preocupados o nerviosos. Este estrés puede manifestarse como dolores de cabeza, fatiga o dificultad para concentrarnos.
-Baja autoestima: Compararnos constantemente con los demás puede hacernos sentir que nunca somos lo suficientemente buenos, lo que afecta nuestra confianza.
-Falta de motivación: En algunos casos, la presión excesiva puede llevarnos a rendirnos y a pensar: «¿Para qué intentarlo si nunca voy a ser lo suficientemente bueno?»
-Problemas de salud: El estrés crónico puede afectar nuestra salud física, causando insomnio, problemas digestivos o incluso debilitando nuestro sistema inmunológico.
¿De dónde viene esta presión?
No siempre es fácil identificar de dónde proviene la presión. A menudo, es una combinación de factores:
Expectativas familiares: Muchos padres quieren lo mejor para sus hijos y pueden ponerles altas expectativas, a veces sin darse cuenta de que esto puede generar mucho estrés.
Presión social: En la era de las redes sociales, es fácil ver las “vidas perfectas” de otros estudiantes, lo que nos hace sentir que debemos ser igualmente exitosos.
Sistema educativo: En muchos países, el sistema educativo está centrado en los exámenes y las calificaciones, lo que puede hacer que los estudiantes sientan que su valor depende únicamente de sus resultados académicos.
¿Cómo manejar la presión?
Afortunadamente, hay maneras de lidiar con la presión académica y evitar que nos abrume. Aquí hay cinco consejos que podemos poner en práctica para controlar la presión a la que estamos sometidos:
1.Organización del tiempo: Una buena planificación puede ayudarnos a sentir que tenemos el control. Crear un horario semanal que incluya tiempo para estudiar, descansar y hacer cosas que disfrutamos es fundamental.
2.Pedir ayuda: Si nos sentimos abrumados, es importante hablar con alguien de confianza, como un profesor, un orientador escolar o un familiar. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de inteligencia.
3.Establecer metas realistas: En lugar de intentar ser perfectos en todo, debemos centrarnos en mejorar poco a poco. Por ejemplo, si tenemos dificultades en matemáticas, podemos empezar por aprender bien un tema antes de pasar al siguiente.
4.Practicar el autocuidado: Dormir lo suficiente, comer de manera equilibrada y hacer ejercicio regularmente son fundamentales para manejar el estrés.
5.Tener un espacio para desconectar: Dedicar tiempo a actividades que nos relajen, como leer, escuchar música o pasar tiempo con amigos, nos ayuda a recargar las fuerzas para continuar con el objetivo.
Ver la presión como una oportunidad
Aunque la presión puede ser difícil de manejar, también puede tener un lado positivo si aprendemos a manejarla de manera adecuada. Nos obliga a salir de nuestra zona de confort y nos enseña habilidades importantes, como la disciplina, la resiliencia y la gestión del tiempo. Además, superar los desafíos académicos puede darnos una gran sensación de logro y confianza en nosotros mismos.
Por ejemplo, muchos estudiantes que enfrentan la presión de prepararse para un examen importante terminan descubriendo que son capaces de más de lo que pensaban. Aprenden a gestionar su tiempo, a pedir ayuda cuando la necesitan y a perseverar incluso cuando las cosas se ponen difíciles.
El papel de los adultos
Los adultos también tienen un papel crucial en ayudar a los estudiantes a manejar la presión. Padres y profesores pueden fomentar un ambiente de apoyo al:
Escuchar y comprender los sentimientos de los estudiantes sin juzgarlos.
Reforzar la idea de que su valor no depende únicamente de sus calificaciones.
Ayudarles a establecer metas realistas y celebrar sus logros, grandes o pequeños.
Enseñarles habilidades de manejo del estrés, como técnicas de respiración o meditación.
Conclusión
La presión académica es una realidad para muchos estudiantes, pero no tiene por qué ser una carga insuperable. Con las estrategias adecuadas y el apoyo de las personas que nos rodean, podemos aprender a manejarla y, más aún, a usarla como un impulso para crecer y alcanzar nuestras metas. Al final, los desafíos que enfrentamos hoy pueden convertirse en las lecciones que nos harán más fuertes mañana. En resumen no se trata de ser perfecto, sino de dar lo mejor de nosotros cada día.
Artículo de Irene Romero Rodríguez